Caseta fantasma N.º 404 — Libro no encontrado.
- Efrain Galindo Oficial
- 1 jun
- 2 Min. de lectura

A estas alturas de mi vida —42 años, ni pocos ni muchos, los justos para saber algunas cosas— he aprendido a ponerle brida al ego. A dejarlo respirar sin que se convierta en amo. A escucharlo sin obedecerle siempre.
Sería sencillo decir que este año estaré en la Feria del Libro de Madrid, firmando ejemplares de mi primera novela. Que Angie —la novela, el personaje, la apuesta— descansará sobre una mesa, bajo un toldo numerado, esperándote. Pero no es así.
La realidad es menos brillante, más serena. Angie no estará. Y yo tampoco.
No busco lástima ni redención. No escribo esto para envolver la derrota en frases de consuelo. No hay promesas de tiempos mejores ni ferias futuras. Solo hay verdad: a la presentación de mi libro no fue nadie.
El editor se llevó de vuelta los ejemplares, como se devuelve una mercancía defectuosa. Se esfumó incluso una entrevista que me habían hecho para el blog de la editorial. La apuesta fallida llevaba mi nombre, y el de Angie. Eso también es ser escritor. Estampar firmas en libros que nadie abre. Hablarle al eco en una sala vacía. Volver a casa con una mochila llena, no de libros, sino de silencios.
Y sin embargo, en ese vacío hay algo. Un pequeño temblor. Porque cuando ya no queda más fondo, cualquier movimiento es un ascenso. Esa es la física emocional del que crea.
Hoy, mi novela empieza a encontrar lectores. Gente que no me conoce, que no me debe nada. Personas que buscan una historia que los abrace. Eso, en su simpleza, vale más que una foto en una feria.
Las ferias son vitrinas. Las editoriales, engranajes. Ellas ganan incluso cuando tú pierdes. Editan libros; tú te editas a ti mismo. Pero sin autores, no hay nada que mostrar, que vender, que leer.
Yo no tengo un stand. Ni filas. Pero tengo palabras. Y si no me asignaron un lugar, tal vez es porque debo construirlo.
No todas las historias comienzan en la casilla de salida. Algunas nacen en la fila de espera. O desde ese rincón que aún no existe.
Y si no te dieron un lugar, una casilla, un asiento donde firmar... tal vez es porque el que te corresponde te lo asignas tú mismo.



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