El libro que nadie leerá hasta que yo esté muerto
- Efrain Galindo Oficial
- 17 jun
- 2 Min. de lectura

Un escritor entrega un manuscrito. Nadie lo lee. Nadie lo toca. Lo guardan, como quien guarda una reliquia que aún no ha sido sagrada. Dentro de 90 años será publicado. Y ya existe un bosque —en Noruega, claro— que crece para eso. Para convertirse en papel. Para dejar de ser sombra y ser página.
Es la Biblioteca del Futuro. Un gesto hermoso, sí. También desconcertante. El propósito es noble: construir una memoria literaria del siglo XXI. Un testamento de tinta con las voces que el presente considera esenciales. Algunos nombres destacados: Margaret Atwood (Canadá) – primera autora, en 2014 y Lemn Sissay (Reino Unido) – 2024.
En 2114, dicen, alguien se interesará por los libros. Por la literatura. Eso esperamos. Mientras tanto, los manuscritos descansan como fósiles dentro de la Silent Room, esa habitación de madera que guarda lo que nadie puede tocar.
Pienso en la Biblia. Ese libro que ha pasado de mano en mano, de guerra en guerra, de interpretación fallida en interpretación fanática. Sobrevivió a todo. Y hoy unos pocos escritores aceptan la condena de publicar más allá de su propia muerte. Cuando sus libros despierten del sueño largo, ellos ya no estarán para leer una sola reseña. Ni para escuchar una ovación. Ni para presumir un premio. Porque el escritor, si no puede vivir de lo que escribe, al menos sobrevive del ego que escribe por él.
La idea es brillante. No deja de serlo. Pero un siglo es largo. Demasiado. Y si algo parece seguro, es que la humanidad no mejora con el tiempo.
A veces imagino la sombra de esos árboles, creciendo sin saber que serán libros. Que pasarán de madera a papel. Y de papel, quizás, a polvo. Si yo fuera uno de esos autores, guardaría una copia en casa. Y la leería cada noche como si fuera un texto sagrado. Con esa tentación feroz de mostrarlo. Pero también con ese vértigo dulce de saber que nadie más puede leerlo.
Intentaría escribir adelantándome a los pensamientos de una sociedad futura, una sociedad quizá sin aire, sin árboles, sin metáforas. Quizá la biblioteca se queme. Como se han quemado tantas. Y todo lo guardado se pierda. Y nada haya valido.
Pero pensemos en positivo. Pensemos, por ejemplo, que pronto seré un autor best seller. Y alguien me leerá antes de 2114. Con suerte, antes de la siembra de un nuevo árbol.
Comentarios