Presenté mi novela al silencio y el silencio me respondió
- Efrain Galindo Oficial
- 28 abr
- 2 Min. de lectura

Esto que voy a contarte, casi nadie lo cuenta. Y no porque sea un secreto, sino porque no encaja en el orden perfecto que todos queremos mostrar. El feed de Instagram como un armario: los colores combinados, las camisas alineadas, las toallas bien dobladas. Tanto orden que no deja espacio para lo real. Para lo que duele. Para lo que se vive sin filtro.
Mostramos éxito. Mostramos logros. Mostramos la fachada pulida que invita a quedarse. Pero detrás de cada proyecto, de cada venta, hay una historia que sólo se escucha cuando el éxito ya es innegable y el sacrificio puede exhibirse como una medalla más. Hoy quiero contarlo claro.
La presentación de mi primera novela, aquí, en pleno centro de Madrid, fue un intento triste y fallido. Éramos pocos. Contados con los dedos de una mano. El sitio tenía capacidad para casi cincuenta personas, y el vacío hacía que mi voz rebotara en las paredes como una carcajada.
La persona de la editorial, mirando el reloj, nos miraba también, con esa expresión que uno aprende a poner frente a una apuesta perdida. Los nervios nos ganaron. Comenzamos por la firma. Mi letra, escrita con rapidez y ansiedad, fue casi ilegible. Como detalle, había llevado un cello que decía "Reclutado por Angie" —una novela donde moda y guerra se entrelazan en un mismo escenario. Un pequeño símbolo de lo que soñaba que fuera grande. Pero muchos no fueron. Algunos porque trabajaban. Otros, simplemente, porque no estuve en su lista de prioridades. O tal vez, porque nunca estuve.
Y muchos, los más importantes, los que sí me habrían abrazado incluso en el fracaso… viven en otro continente.
Y así aprendí algo: Que para un escritor novel, el 90% de los asistentes a su primera presentación serán conocidos. Y que a veces los que te conocen no son los primeros en apostar por tu obra. Te juzgan antes como persona. Te filtran a través de sus propios prejuicios.
A Franz Kafka también esta experiencia le tocó vivir:
Su primer libro, "Contemplación", se publicó casi en el anonimato.
Nadie fue a sus primeras lecturas.
El mismo Kafka, en una carta a Max Brod, dijo:
"Es como gritar en una cueva profunda: sólo me responden los ecos de mi propia voz."
¿Estoy triste?
Claro que sí.
Cualquiera que se llame artista lo estaría.
¿Voy a insistir?
Por supuesto.
He sido resiliente toda mi vida.
No empecé a escribir pidiendo permiso.
Y no voy a dejar de hacerlo ahora.
Quiero agradecer a los que sí estuvieron: A Elio, por darme su apoyo. A Michel, mi hermano que ha estado conmigo en este camino de arte y resistencia. A Giuliano un talentoso actor y escritor que me sorprendió con su asistencia. Y a Giordis mi pareja, que no solo estuvo: fue, como siempre, el impulso sin el cual no habría escrito ni el título de esta novela. A la editorial Ediciones Atlantis, por la apuesta y esa oportunidad que se abre a buscar nuevos lectores en esta novela que acaba de nacer.
Gracias también a los que faltaron. Porque la ausencia —aunque no lo sepan— también enseña que a veces los aplausos importan solo si no se escuchan .
