Un día de las madres sin madre
- Efrain Galindo Oficial
- 11 may
- 2 Min. de lectura

El segundo domingo de mayo se celebra el Día de las Madres en Cuba. Este año, sin embargo, la casa de mi madre está cerrada. No hay sobremesa. No hay ropa doblada fuera de lugar. Solo una cama hecha, un armario ordenado —quizás todavía con su olor— y algunas de sus cosas guardadas en bolsas de nailon. Está también su biblia con la marca de sus dedos y de sus ojos en algún versículo y su pasaporte en la esquina de una gaveta, ese que no sirvió para nada. No viajó con él, no llegó a ninguna parte.
Desde las ventanas de otras casas, se cuela música. Felicitaciones huecas, risas de domingo. Y ese aire festivo se cuela también en esta casa vacía, pero no alcanza a tocar nada. Aquí no hay eco, ni celebración, ni esa alegría que mi madre dejaba prendida en cada rincón, como si fuera un tipo de luz.
Yo estoy en España, en otro continente. Y aún así, la ausencia se siente cerca. Muy cerca. Quienes han perdido a su madre saben de qué hablo. No es un dolor que se imponga, no grita. Pero está. Es una forma de desamparo que uno aprende a llevar como se aprende a caminar por la sombra.
A veces me gustaría pensar que ella me acompaña. Pero también quiero que descanse. No me parece justo llamarla desde este lado, ahora que se ha ido. Toda su vida se dedicó a sostenerme. ¿También después? No. Su descanso merece ser entero.
La sueño, sí. Y en los sueños se la ve bien. Hermosa. Serena. Siempre ha sido una estrella. Yo creo que las madres, cuando se van, no desaparecen. Se mudan a otra forma de existir. Porque una madre nunca deja de serlo, ni siquiera cuando ya no tiene por qué seguir siéndolo.
Y no sé por qué escribo esto. Tal vez porque no tengo otro modo. Tal vez porque mi manera de estar con ella hoy es esta. Porque mi naturaleza —hombre, gay, casi medio siglo de vida— no alcanza a comprender lo que es ser madre. Y sin embargo, lo siento. Lo intuyo. Lo llevo como una carta doblada dentro del pecho.
Hoy, aunque el mundo festeje y la casa esté cerrada, mi madre está conmigo. Y en esta soledad, está más cerca que nunca.



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