¿Y la gente pobre cómo está?
- Efrain Galindo Oficial
- 12 abr
- 1 Min. de lectura

Soy pésimo haciendo regalos. Y Giordis… es complicado de regalar. Tanto, que hasta sabiendo qué quería, casi lo hago mal.
Le gustan los musicales. Y Madrid tiene muchos. Demasiados. Escogí Gypsy, dirigida por Antonio Banderas, en el teatro Apolo, a dos pasos de casa. Para colmo, no la había visto. Primer milagro.
Era también mi primer musical.
Un actor desde el personaje y desde el mismo escenario rompiendo la llamada cuarta pared nos saludó en pleno acto: “¿Y la gente pobre cómo está?” Nos reímos. Porque compré las entradas más baratas. Allí en la platea de los pobres. Porque si, el teatro es lo único de verdad que nos va quedando, lo único democrático en el mensaje de su obra para todos. El teatro obliga a estar. Nada de móviles. Nada de distracciones. Una banda en vivo. Canciones. Baile. Actuaciones buenas. Y esa magia que tiene el teatro musical, que aún no se ha contaminado de los otros ruidos.
Y claro, la vida, que es directora y guionista cuando quiere, me tenía esta obra preparada. Porque Gypsy es la historia de Gypsy Rose Lee, pero más aún, de Rose, su madre. Una mujer fuerte, ambiciosa, que vive a través de sus hijas lo que ella no pudo vivir. Una historia sobre la vocación, la familia, el sacrificio. Sobre el miedo a no brillar y el coraje de hacerlo.
Salí pensando que esa historia me hablaba. Y que sí, la función debe continuar. Pero esta vez… con mi nombre en el cartel.

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